literature

Chapter Two. Una Opera entre Aguilas

Deviation Actions

CrusaderoftheKaizen's avatar
Published:
391 Views

Literature Text

Dónde el jilguero ríe y el cuervo calla.

El cielo.

Azul asilvestrado. Señor de la altitud. Observando el mundo, en sus quehaceres. Absorto en lo infinito. No más allá, solo el universo. Nuestro gran guardián que nos protege, que nos arropa. Con su inmenso manto que da color a los océanos y nos roba una sonrisa en días claros. Cuando no hay borrones blancos ni manchas negras, vemos su humilde cara. Ahí, quieta, devolviendo la mirada. Una mirada tranquila, más que sosegada. Mecida por un suave viento, como si nos quisiera acariciar con invisibles dedos. Nuestro cielo.

Cuando era niño, le pedía a mi padre que me trajera trozos de nube. Quería una nube para mi solo. Que sacase la mano fuera del avión y que desgarrase una nube para mi. Cuando eres niño, solo tienes un límite. Y ese límite es a la vez tu mayor libertad. Es la forma en la que te evades de una realidad, que si bien no sabemos si es cierta o mentira. Los adultos lo llaman falsedad.

Soy un niño que ha sobrevivido al crecimiento. Que empuña su imaginación y la blande con desesperación contra un mundo gris, que quiere oprimir todo deseo colorido con sabor a zumo de naranja y rayos de sol que huelen a algodón de azúcar.

-Deja de soñar y pon atención. Me remite mi querida mente consciente, lógica. Sin ese aderezo que te hace vibrar. Que hace de ese humilde, pero enorme en tamaño, bohemio interior. Que justamente en estos momentos, te hace garabatear unas líneas con lápiz. Abrazando una emoción y dándola vida en un papel, donde nadie, solo tu, volverás a ver.

Quien sabe.

A esta altitud, nada es improbable. Desde aquí, el mundo se curva. Como una bailarina en su momento de gloria. Cuando la música se hace eco de la belleza femenina y se une, como en simbiosis eterna. Y da un impulso a tu corazón que te hace trastabillar todos los sentidos. Hace que tus pupilas se dilaten, insufladas de la droga, que es la música y las mujeres. Y es entonces, cuando te saluda. Vivos colores de la vida.
El mundo no es gris como te lo cuentan. Y solo ahora das con esa certeza, que solo podrías imaginar cuando pedías a tu padre un trozo de nube blanca...

-!Tenemos compañía!

Rápidamente tu cabeza se pone en orden. Subes a la torreta -hoy te toca arriba- y vuelves de nuevo la mirada, hacia ese gran amigo que es el cielo. Pero esta vez, vuestras miradas no son amigables.

-¡A las 11 en punto!-grita la radio.

Entonces es cuando amartillas el arma -¡clack-clack!- y tus ojos buscan, como águila en verso, un proceso por el cual escribir los mayores halagos a la guerra. Dónde tus garras se posen en una presa que devuelve el ataque. O más bien, que ataca. No sabría decir. Solo me cabe soltar una pregunta al aire: ¿quien caza a quien?

Como notas de piano, el sonido de las ametralladoras rubrican desde los más altos cielos. Todo es en clave de sol. Afinado, más que perfeccionado. Rugiendo motores, silbando violines. Olor a pólvora, sabor amargo.

Todo ello parece la mayor obra de Mozart. Con su flauta mágica, apareciendo en escena con Salieri y Vivaldi. Mientras Wagner nos deleita, de fondo, con sus valkyrias. Un duelo de titanes. Un choque de reyes. Un inmenso estruendo, como una ola al romper en la roca, llena de tonos, llena de música.

Los cazas enemigos maniobran evitando nuestro fuego. Algunos, tienen suerte. Otros caen en mis manos. En mis manos justicieras, salvadoras de vida. Que llevo en mi pesar, la dolorosa responsabilidad de la muerte. No llevo guadaña. No llevo un sudario negro.

Llevo un bombardero. Y yo, soy un salvador. Un artillero que hoy toca de nuevo, una sinfonía letal.

Mi instrumento es pesado, mi tono, rápido y doloroso.

-¡Hendrix! Cuida esos ángulos, algunos de estos cabrones se están escapando por tus siete.

Mi trabajo, algunos dirán que es sencillo. Que solo tengo que apuntar y apretar un gatillo.
Pero todo artesano que se precie, por muy sencillo que sea su obra. Siente inmenso orgullo cuando el trabajo concluye. Yo no seré menos. No tendré gremio, pero igualmente me considero un profesional. Un artesano. Un artista de altos vuelos, que deleita con salva de balas y tonos turbulentos, a mi gran amigo. El cielo.

-¡Ahí vuelven, a las ocho en punto!

Y es entonces, cuando la poesía cae de tus manos. Cuando dejas de lado tu mayor pasión. Cuando solo estás tu y ellos. Ellos y tu. La tripulación te respalda. El piloto maniobra. Tus compañeros te alaban.

Y aquí vuelven.

Mueves la torreta rápidamente, cogiendo ángulo. Haciendo que tus dedos sean rápidos para la guerra y tus manos para la batalla. Que todo tu ser, se comprime en un orgasmo de adrenalina. Cuando tu oído se afina, y tus ojos se clavan en la presa.

El sube, tu le persigues. Maniobra, baja, sube. Intenta evitar el fuego, la larga línea de oro que desde el bombardero se escupe. Arriba, abajo, se mueve hacia la izquierda. Luego de nuevo hacia arriba.

Es rebelde, es rápido, es mortal.

¡Taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca...!

Arriba y abajo, se vuelve a mover evitando mi sinfonía. Arriba y abajo no puede escapar de mi. De nosotros. De esta fortaleza volante que es mi hogar entre los dioses. Aquí no hay lugar donde esconderse, no hay nubes que te protejan de mi. Solo estamos tu y yo. Nadie más. Solo puedes hacer una cosa, huir y vivir un día más sin gloria. Sin honor. Sin verdad.

¡Taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca...!

Como en un dueto. Ambos tocamos. Ambos derrochamos ingenio. Somos dos bailarines en una danza mortal. En una flor de loto, llena de vida, llena de colorido. Color rojo, color carmín. De testigo el cielo y de tesorero el Sol. Uno muere, otro vive.

¡Taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca,taca...clac!¡POM!

Fino. Cálido. Cae el avión enemigo. En una espiral de podredumbre. Entre colores grises y naranjas abstractos. Donde puedes masticar el sabor del fuego y beber del humo. Se abalanza, en crescendo musical, dando el toque final a la gran obra de hoy.

Suena un clarinete. De fondo un violín y más allá, una solitaria trompeta. Con sonidos apagados. Con sonidos que recuerdan al funeral de Siegfried, en el país de los Nibelungos. Como en una ópera que pide a gritos la reencarnación, la vuelta a la vida.

Un águila cae. Un buitre se levanta. El cuervo ríe y el jilguero calla.

El patio de butacas enmudece. Solo las gradas estalla. Abajo lloran, arriba cantan.

Una bandera se torna negra, en señal de luto. Yo en mi estadio, saludo cortésmente a un oponente caído. Señalado con una cruz en mi torreta. Dónde nunca será olvidado.

Otro día vivo. Otro día muero. Solo espero, que uno de entre todos estos guerreros, tenga la bondad de acordarse de este artillero. Que tantos enemigos a batido, que tantas sinfonías a tocado.

Pues soy solo eso. Un músico callejero, de altos vuelos y de sueños imaginativos. Adentrándome de lleno en el atardecer, en este bombardero. Volviendo a casa, volviendo al ensayo.

Dónde el jilguero ríe y el cuervo calla.
Volvemos con las bélicas. Haciendo una mezcolanza y enraizando un poco, el sentimiento y la poesía detrás de una escena donde el cine nos ha acostumbrado a solo ver muerte. Pero no, a ver la emoción del individuo. Inspirado en la canción Aces High de Iron Maiden. ¡Un saludo!
© 2012 - 2024 CrusaderoftheKaizen
Comments34
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In
VampirePlum's avatar
Desde luego que tú sí que sabes usar con belleza el don de la palabra.
Me gusta muchísimo, de verdad.
Podría citarte cuales son mis párrafos preferidos, pero sería muy hipócrita por mi parte descartar trozos de texto cuando todo en conjunto es ideal.

Por cierto, buena canción para ser inspiradora de un texto.